El 31 de octubre marca un aniversario trascendental en la historia de las criptomonedas: una década desde la publicación de 'Bitcoin: un sistema de efectivo electrónico P2P', el documento técnico escrito por un misterioso individuo, o grupo de individuos, bajo el nombre de Satoshi Nakamoto.
Nadie podría haber predicho las implicaciones de largo alcance del documento, que inicialmente describía un plan para "un sistema de pago electrónico basado en pruebas criptográficas en lugar de en la confianza". En los años posteriores, Bitcoin ha pasado de ser una obsesión de desarrolladores y hackers a ser un instrumento popular en el que millones de personas invierten en todo el mundo. El valor de un bitcoin ha pasado de la nada a un máximo de 19.500$, y se ha reducido a 5.000$. Y mientras que su aumento en los últimos 10 años ha sido meteórico, los próximos 10 años distan de ser seguros.
El atractivo clave de bitcoin es que opera fuera del mandato de una autoridad central como un gobierno o un banco. Su funcionamiento está basado en dos mecanismos: el blockchain y la minería. El "blockchain", un libro de cuentas digital compartido que contiene un registro de todas las transacciones de bitcoins, se añade a aquellos "mineros" que usan la potencia computacional para ejecutar algoritmos que generan o "minan" a cambio de bitcoins. Como los gobiernos o bancos no controlan el bitcoin, pueden realizar transacciones sin revelar su dirección IP; es decir, de forma anónima. La primera venta de bitcoin tuvo lugar en 2010, cuando un usuario intercambió 10.000 monedas por dos pizzas.
A raíz de la crisis financiera, cuando la confianza en los bancos y las instituciones financieras se hundió, la tecnología democrática y descentralizada que sustenta a Bitcoin le otorgó un prestigio cultural. Más allá de su utilidad como una oportunidad de inversión o tecnología para agilizar y mantener en el anonimato transacciones online, se aprovechó de las corrientes anti-sistema que tuvieron lugar a través de movimientos tales como Occupy. También dio lugar a un nuevo tipo de inversor. Jóvenes, expertos en tecnología, políticos: estos primeros participantes tenían más en común con los visionarios de espíritu libre de la Internet temprana que con los actuales banqueros cualificados.
Sin embargo, con el aumento del valor del bitcoin, el mundo de las finanzas pronto comenzó a tomar nota. Inversores legendarios como Michael Novogratz y los hermanos Winklevoss apuestan mucho por el cifrado, dándole mayor legitimidad. A medida que su popularidad creció proliferaron las plataformas online, al igual que las nuevas monedas. Ethereum, la segunda mayor criptomoneda por capitalización de mercado detrás de Bitcoin; y Ripple, la tercera más grande, tuvieron sus propios picos de valor. A pesar de las preocupaciones sobre el uso de Bitcoin para pagar materiales ilícitos en la Deep web, su popularidad y su valor continuaron aumentando.
Cuando Bitcoin alcanzó el máximo de su burbuja especulativa hacia fines de 2017, los 10.000 BTC utilizados para comprar dos pizzas en 2010 habrían tenido un valor de alrededor de 200 millones de dólares. Esta gran oleada supuso una transición desde su uso como hobby hasta algo más serio. Muchos se hicieron ricos. Otros, motivados por las grandes rentabilidades y el temor de perdérselas, invirtieron todo y se quedaron sin nada.
Si Bitcoin alguna vez va a pasar de ser una cuasi-commodity volátil a una moneda genuina, se necesita una mejor regulación. Los mercados bien regulados de criptomonedas supondrían una menor volatilidad y podrían allanar el camino para la aceptación por parte de los bancos convencionales, la mayoría de los cuales actualmente evitan las criptomonedas debido a las preocupaciones acerca de la falta de supervisión. Solo entonces podríamos comenzar a ver que se hacen realidad algunas de las visiones más utópicas presentadas por los seguidores más acérrimos de las criptomonedas. Las expectativas de una adopción generalizada son actualmente bajas; sin embargo, recientes rechazos por parte de los reguladores para listar ETFs respaldados por bitcoins hicieron surgir temores de manipulación.
Algunos dicen que el mercado está mostrando signos de madurez a medida que las esperanzas de una adopción generalizada se desvanecen y los inversores se asientan a largo plazo. Es cierto que tanto la volatilidad como el volumen de operaciones se han desacelerado en los últimos meses. También hay que tener en cuenta que, si bien el valor de bitcoin ha fluctuado, los expertos han encontrado cada vez más aplicaciones para la tecnología de libro mayor descentralizado del blockchain, en sectores tan diversos como la producción de café, el rastreo de armas y las votaciones electorales. A pesar de que el valor de bitcoin ha demostrado ser volátil, el atractivo de la tecnología en la que se basa se ha mantenido constante. Algo a lo que los creyentes de bitcoins puedan aferrarse, tal vez, mientras se aventuran de manera optimista en la segunda década de la criptomoneda.
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Este texto es una traducción de un artículo de Michael Hewson, Analista Jefe de CMC Markets
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